ORDENAMIENTO TERRITORIAL
Peter Hartmann, Director CODEFF Aisén, Presidente Agrupación
Aisén Reserva de Vida.
Hace algunos días estuvimos en otro de los ejercicios para
el ordenamiento territorial de Aysén y ahí expresamos que llevamos años
dedicados a esto, siendo profesionales en el tema, y que a su causa ya teníamos
un lote de moretones en el alma, ya que en el actual Chile neoliberal el
ordenamiento lo hace “el mercado” y los poderes fácticos. Y sin embargo,
masoquistamente tal vez, insistimos en el ordenamiento por el bien común, transparente,
con ingerencia de expertos, del estado y con participación de la ciudadanía. A
lo mejor actualmente sea una utopia, pero para eso están las utopías, para
seguir caminando paso a pasito hacia ellas.
Chile tenía en los años previos a la dictadura un gran
prestigio y experiencia en ordenamiento territorial y urbanístico. Eran los
tiempos de los arquitectos planificadores Karl Brunner, Muñoz Maluschka y Juan
Parrochia, entre otros. De ahí surgieron los planes regional e intercomunal metropolitano de
Santiago, y hasta el plan para la Carretera Austral. En esos años también se
declararon gran parte de las Áreas Silvestres Protegidas del Estado y surge la Ley de Monumentos Nacionales.
Sí, proteger el patrimonio también es una forma de ordenar el territorio. También
ordenan los mapas geológicos y de riesgo, la Zonificación Nacional
de Interés Turístico y la apertura de caminos. Y hay hartas formas mas, de
hecho muchas medidas o leyes políticas o económicas, a veces sin querer,
ordenan el territorio. Basta ver el famoso DL 701 que convirtió en territorio
forestal una gran superficie nacional. O el ordenamiento pesquero interior –exterior,
el ordenamiento energético de cuencas y “polos de desarrollo” del ministerio de
Energía.
Y la verdad es que si al ordenamiento formal le agregamos
aquel del mercado, modificando planes reguladores a su conveniencia o haciendo
caso omiso de ellos, si le agregamos que actualmente toda regulación es
“flexible” y determinada por el poder central y el lucro, incorporando frases
como “uso preferente”, lo que implica que no excluye otros usos, como nos lo
impusieron en el ordenamiento del borde costero. Y si mas encima le agregamos
el ordenamiento del territorio que hacen los megaproyectos, los moretones no
solo son en el alma. Eso, porque mas de alguno hemos perdido y nos hemos visto
en riesgo de perder puestos de trabajo a causa de esto. Y los moretones, por lo
demás, traen consigo consecuencias físicas o mentales, cesantía, problemas en
la familia. El andar remando contra la corriente, la valentía, el ser consecuente,
por más que sea bueno para la conciencia y necesario para conservar patrimonio
y los valores para las próximas generaciones, a veces tiene sus costos.
En 1979, trabajando en Hamburgo, conocí como se toman en
serio el ordenamiento territorial los alemanes en su modelo social de mercado.
Y les ha servido muchísimo. Tal vez por eso terminamos la carrera de
arquitectura dedicados a la planificación con el maestro Parrochia. Así llegue
a Aysén en 1982 a preparar los antecedentes para un plan de desarrollo
microregional de Pto. Yungay y la
Comuna de Tortel. Eso, cuando el gobierno pretendía borrar
del mapa al poblado de Caleta Tortel por ser “artificial”. A consecuencia de
esto me contrataron en el MINVU, pero nunca más paso algo con Pto. Yungay. Por
otra parte, lograr declarar Monumento Nacional a Caleta Tortel, para conservar
su valor patrimonial ¡nos tomo mas de 17 años! Algún día suele madurar la
situación y darse las cosas para que resulten las propuestas, pero ¡vaya que
cuesta! En el MINVU realizamos varios loteos, como el de Puerto Bertrand, que
fue una propuesta muy novedosa, planes seccionales como el de Cerro Castillo,
que también tenia propuestas interesantes, y planes reguladores y contraparte
de su confección en Pto. Cisnes, Melinka, Pto. Aisén –Chacabuco, Coyhaique. Por
cierto, estos instrumentos suelen quedar bien guardaditos o adornan alguna
pared, mientras las autoridades que debieran aplicarlos y la ciudadanía que
debiera ser beneficiada, no cuentan con la cultura urbanística como para
entenderlos, aplicarlos y defenderlos. O sea, si le sumamos al modelo, la falta
de cultura en estas materias, el panorama se ve harto oscuro.
Luego estuvimos como un año dedicados a ordenar el borde
costero, lo cual iba todo muy bien hasta que los salmoneros aliados con el
senador A. Zaldívar nos violaron. De ahí se continuó con el Plan de Ordenamiento
Territorial de Aysén, PROT, interesante trabajo ¿qué sirvió de algo? y la
microzonificación costera. También estuvimos hartos meses trabajando en el Plan
de Estrategia de Cuenca del Baker, que el gobierno de Piñera se encargó de
borrar del mapa. Mientras, aparecían los megaproyectos Alumysa y luego
HidroAysén y Río Cuervo y con ellos prácticamente toda la ordenación previa
paso a ser “no vinculante y sin fuerza legal”. ¡Si hasta pretendían poner
una represa en el Parque Nacional Laguna
San Rafael –Reserva de la
Biósfera con anuencia del alto mando de CONAF!
En los últimos años, aparte de la lucha contra la
desregulación y el ordenamiento salvaje, también hemos continuado participando
en algunas propuestas como el Monumento Histórico Paso San Carlos, lo que tomó
ocho años para ser declarado y llevamos dos años y medio esperando la
corrección de los errores cometidos en esa declaración. Llevamos quince años
con la propuesta “Patagonia Patrimonio de la Humanidad” transformada
en sitio de Patrimonio Natural Mundial por CONAF bajo encargo del Consejo de
Monumentos Nacionales, y que a pesar del apoyo del Senado, del CORE de Aysén,
de la comunidad, de varias organizaciones ciudadanas nacionales e
internacionales, no logra avanzar. Llevamos décadas defendiendo la integridad
de áreas silvestres protegidas, últimamente contra la invasión de las
salmoneras ¡y vaya que ha costado! Igual, llevamos décadas defendiendo la
integridad de áreas verdes urbanas, empeño en el cual suele haber cero
compromiso de la institucionalidad, inclusive la Contraloría.
Entonces, finalmente, aparte de estrellarnos contra el “muro”
del modelo y a la falta de cultura, más encima se suma la falta de compromiso o
interés y cumplir su rol de la institucionalidad. O sea, el desafío esta
grandote.
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