EL PANTANO COMUNICACIONAL
Nuestras experiencias comunicacionales de
la última semana nos llevan a algunas reflexiones. En esa semana y algo más,
hicimos público el resultado de un estudio sobre salmoneras anaeróbicas y uso
de pesticidas en la
Reserva Nacional Las Guaitecas, con antecedentes de escándalo
y basados en información oficial, pero que en definitiva buena parte de los
medios de comunicación no publicaron. Luego, nos encontramos con un artículo
lleno de trascendidos de personas no identificadas sobre que “Enel Generación Chile estaría
revalorizando el proyecto Hidroaysén”, en La Tercera, reproducido en El Divisadero . Al día
siguiente, en Cartas al Director, el
Gerente General de Enel Generación (ex Endesa Chile) desmiente dejando en claro
que “ esto es completamente falso ya que como compañía no hemos señalado en
ninguna instancia que el proyecto Hidroaysén sea viable o este en re
evaluación, reiteramos que el proyecto Hidroaysén no es parte de nuestra
cartera de proyectos”. De pasada, en
esos días nos enfrascamos en una controversia en las redes sociales sobre una
información que alguien publicó en “ Aquí Aysén” sobre todo tipo de hechos
terribles vinculados a los huemules, sin dar fuentes ni nombres, ni fundamentar
su denuncia, cuando acá solemos conocer bien que pasa en ese ámbito y esa
información francamente daba para dudas.
Soy de los que leemos diario y escuchamos noticiarios desde niño y en eso
se va aprendiendo a “leer entre líneas”
y a distinguir información seria de rumores o insidias desinformantes. De
hecho, deje de leer El Mercurio a causa de eso, ya que la información con
trascendidos, fuentes ocultas, y las palabritas mágicas “sería” y “podría” era
ya demasiada y se notaba demasiado lo tendencioso y hasta copuchenta de la
línea editorial. Por desgracia no es el único diario que cae en esas prácticas.
En radios y revistas, pasa lo mismo. En
la cantidad de años que llevamos haciendo públicas todo tipo de denuncias, se
aprende de que los medios se cuidan de publicar lo que pueda afectar a sus
avisadores y a los poderosos y a veces están definitivamente coludidos con
algún sector económico y político. Por lo tanto, esperar de ellos ser “servicio
público”, desinteresado, defensor de causas ciudadanas o del bien común es algo
de excepción. Y está claro que pedirle a
algunos medios publicar denuncias contra el oligopolio eléctrico o los
salmoneros es pedir demasiado. Claro que sí publican en primera plana la
aprobación de alguno de esos megaproyectos, o artículos interesados y
propagandísticos como aquel de la semana pasada. En estos años de movernos en
este terreno pantanoso uno puede darse cuenta que buena parte de la información
que circula y se da por “oficial” es puro mito, a veces inclusive enseñado en
el sistema educacional. Y por supuesto en estos años no faltaron las censuras;
justamente en esta semana recordábamos aquella por la directora del Diario de
Aysén, que malinterpreto una columna sintiéndose aludida y que nos hizo cambiarnos de diario regional.
Así como antes lo que valía era la letra
escrita, “negro sobre blanco”, desde la aparición de la televisión la gente
cree que por salir un hecho ahí, es porque es cierto y tiene importancia. Hasta
a nosotros nos ha pasado que por salir alguna vez en la tele, al día siguiente
nos miraban como semi-dios en la calle. Con los años fuimos aprendiendo de que
la tele era igual o peor de manipuladora que los demás medios. Este aprendizaje
social, mas aquel sobre la corrupción de la política, son en buena parte las
causas de su actual descrédito y de la
tremenda desconfianza ciudadana
en nuestro país con todo. Y perder credibilidad y la confianza, a lo mejor para
alguien poderoso no es tan terrible, porque
lo puede revertir con alguna contra maniobra; medios no les faltan. Pero
para nosotros en las organizaciones ciudadanas, puede ser fatal. De hecho, desde una caída a causa de
información falsa que nos entregó un “amigo” años atrás, nos cuidamos mucho en
retransmitir cualquier denuncia que nos llegue. Eso porque, además, los
poderosos afectados suelen tener buenos profesionales y abogados y nosotros
dependemos de la caridad de los amigos. Así que ahí se suma otra asimetría. No
es llegar y pisarle los cayos a los grandotes. Eso incluye al gobierno de turno
y a los políticos. Estos últimos, si es que no se hacen los desentendidos, pueden retrucar con maniobras harto siniestras
como nos ha tocado también.
Si ha cambiado algo en el ámbito
comunicacional en las últimas décadas, es la irrupción de Internet y las redes
sociales. Y eso para bien y para mal, porque ahora la cantidad de información
que circula es mayor y más diversa, pero también es definitivamente inabarcable. Y peor aún,
cuesta muchísimo saber cuál es seria y fidedigna y cual no. O sea, si antes
eran solo algunos los que armaban montajes, fotomontajes y publicaban
información tendenciosa, falsa o desinformación, ahora son cientos y cuesta
harto más discernir. Y de pasada, también quedamos más expuestos a las críticas
en esas redes; criticar hasta desde las filas “amigas” e irresponsablemente y
sin mayor base, se ha vuelto una entretención bastante habitual y demasiado
fácil. En definitiva, para meterse en el pantano comunicacional y no perderse
en él, la receta y necesidad imperiosa parece ser, como en casi todo, la ética
y ser riguroso y responsable.
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