¡LA BOLSA O LA VIDA! O ¿LA
VIDA O LA BOLSA?
Peter
Hartmann, Director CIODEFF Aisén, Presidente Agrupación Aisén Reserva de Vida.
La realidad
suele superar nuestra ficción. Es lo que nos ha estado pasando en los últimos
días viendo el “Informe Especial” de TVN sobre la zona de sacrificio de
Quintero Puchungaví y leyendo las
declaraciones de la seremi de Medio Ambiente de Aysén tras la votación en que
aprobaron tres declaraciones de evaluación ambiental a la minera Laguna Gold.
Así, veíamos
como los periodistas de TVN “descubrían” que en Chile la ley y planes de
descontaminación e institucionalidad funcionan y se arreglan para algunos, para
no afectar al crecimiento económico, ni la minería, ni intereses de
transnacionales, mientras la vida humana se calcula en $ y el que miles de
personas vivan en un ambiente contaminado da lo mismo. Mientras, la seremi Mónica
Saldias de la Guarda opinaba que los tres proyectos que habían ingresado sus
DIAs cumpliendo con la legalidad y sobre los que acababa de votar, “no
necesitan ser sometidos al sistema de evaluación de impacto ambiental ya que
solo se trata de sondajes y la legislación no considera esa arista en esta
etapa”. ¿Qué hacia ella entonces ahí? Peor aún, al menos dos de esos proyectos
afectan áreas protegidas, lo cual ni siquiera se consideró y lo cual por cierto
era como para que esa seremi se ocupase de ello.
La cuestión
es que estos casos no son excepción, por desgracia es lo habitual y reflejan
además el espíritu en que se sustenta el sistema. Nuestro país funciona así, en
una lógica donde prevalece la cultura minera y de dejar hacer a la gran
empresa, no importando las consecuencias. La vida, inclusive aquella humana, pasa a ser un “recurso a sacrificar”. A los
ejemplos anteriores evidentemente podemos agregar como se aprueba y favorece la
minería, en vez de un Parque Nacional, en el Sitio Prioritario de Conservación
de la Biodiversidad Estepa del Jeinimerini –Lagunas de Bahía Jara, en nuestra
región.
Mientras
pasaba esto, nos encontrábamos con las noticias en que los expertos mundiales en
cambio climático advierten que si no cambiamos nuestra forma de “civilización”
vamos directo a la catástrofe. Acto seguido nos encontramos con la advertencia
del WWF sobre de que desde 1970 se ha perdido 60% de especies de aves, peces,
mamíferos del planeta, la extinción masiva sobre la que alertaban los
científicos el año pasado, lo que llevó a que la ONU expresase que la pérdida
de biodiversidad puede llevar a la extinción de la especie humana.
Entonces, y
a ver si se entiende; el dilema es bastante claro y la pregunta es ¿A que lado
vamos a estar? ¿Vamos a insistir con más de lo mismo y terminar por arruinarlo
todo, a llenarnos de “zonas de sacrificio” o vamos al fin a aprender y optar
por cambiar nuestra forma de ser y cuidar la vida sobre el planeta? ¿Vamos a
insistir con esta civilización violenta o vamos al fin hacer realidad una mas
amorosa? Vamos a insistir en sacrificar Aisén o vamos a respetar y promover la
Reserva de Vida?
Para ahondar
en este tema fundamental van tres párrafos de la física cuántica y activista
ambiental india Vandana Shiva: “Hay que entender que los derechos de la
Madre Tierra nos son abstractos, porque la Tierra no es abstracta. Es el
fundamento de nuestra existencia y somos parte de ella. Las violaciones a los
derechos de la Tierra comienzan principalmente al negar que está viva, y se
originan con la Revolución Industrial y las revoluciones científicas que
simplemente declararon con un plumazo que la naturaleza es una colección de
partículas inertes y materias primas para ser explotadas, esa es la primera
violación. Una vez que la declararon muerta, comienza a explotarse en formas
que destruyen totalmente sus sistemas de reconstitución, renovación y
sostenibilidad. (…) Así que cada aspecto de la crisis ecológica es resultado de
algún tipo de extracción, y es una actitud que no conoce límites, porque hay
tal reverencia a las herramientas y a las ganancias que a cualquiera que le
demos una herramienta de pronto ya tiene todo el poder para destruir y
enriquecerse con ello. En las manos de los poderosos, las herramientas y el
desarrollo técnico sirven para destruir. Rompen los suelos, mutilan las comunidades, destruyen todo lo
que los pueblos tienen, y eso hace que las violaciones a la Tierra se
conviertan en violaciones a los derechos de la gente”. (…) “Y como física tengo una pregunta muy simple: ¿cuántas carreteras
y aeropuertos más podemos construir, cuántos autos y camiones más vamos a poner
en esas carreteras, cuántos aviones más pueden volar, mientras el planeta se
colapsa por la contaminación de los motores?”
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