INVERSIONES Y ETICA
Peter Hartmann, Director CODEFF Aisén, Presidente Agrupación
Aisén Reserva de Vida.
Continuaremos aquí con el tema de las famosas inversiones.
En esta oportunidad nos internaremos en
su parte ética.
Según la información mundial proveniente desde la ONU, por un lado “tenemos hasta el 2030 para
detener el calentamiento global, de lo contrario el daño será irreversible” y
por el otro, nos encontramos la semana pasada con la tal vez peor noticia del
año, de que según el Informe de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad
y los Servicios Ecosistémicos, que
diversos medios resumieron en: “ que gran parte de la naturaleza ya esta
pérdida y lo que queda continua en declive; ecosistemas devastados, agua
contaminada, aire viciado y cientos de miles de especies amenazadas de
extinción” , y “un millón de especies amenazadas de extinción a un ritmo sin
precedentes”, y “se alerta de la desaparición de la capa de hielo del Ártico,
el aumento de las muertes por contaminación del aire en las ciudades y la
extensión del desierto en amplias regiones de la Tierra”. Por cierto, estas
advertencias nos pueden solo alarmar e incluso paralizar, también se pueden
tomar como “oportunidad para explotar el petróleo del Ártico” como la tomo el
gobierno de EEUU de NA, o se pueden tomar como provenientes de un organismo
“poco serio” como la ONU (“guarida de comunistas” como piensan algunos). O se pueden tomar en serio, en el sentido de
revisar que nos está llevando a esta situación y que evidentemente no vamos a
remediar con más de lo mismo. Y claro ¡hacer algo y cambiar nuestra violencia para con la Madre Tierra! Y para los “oportunistas” vale recordar, que
si bien las hay, también hay “costos” como que ese hielo derretido aumenta el
nivel de los océanos e inunda, por ejemplo, buena parte de Florida, Miami
incluida, Nueva York, Nueva Orleans de nuevo y suma y sigue. Por lo demás ya
hace diez años, economistas liderados por Nicholas Stern demostraron que las
consecuencias económicas del calentamiento global son catastróficas. Hoy Stern
asume que el panorama es aún peor de lo que estimaron hace una década.
La cuestión es que si se va a promover inversiones en Aisén,
en vista de lo expuesto en las columnas anteriores y lo que nos está indicando
el panorama mundial, más vale esas inversiones sean consecuentes con ello y por
lo tanto con Aisén como Reserva de Vida. Insistimos que no podemos estar
disponibles para cualquier cosa. Y eso no solo por ética, sino hasta por
inteligencia y sentido común. Y en cuanto
a ética, compartimos algunas experiencias
que dan como para reflexionar: Cuando
estábamos en Canadá, allá por el 2001, en la campaña contra Alumysa, nos
enteramos con admiración de la existencia de los “fondos éticos” que invierten solo en negocios
inmaculados y se han vuelto en importantes actores de la economía, además muchos accionistas canadienses estaban
presionando para que sus inversiones fuesen más éticas. Así es como entendemos el Fondo de Pensiones de los Profesores de Ontario,
dueños de SAESA y Edelaysén tienen harta
sensibilidad en este sentido. Por el
contrario y reflejando el paradigma bastante presente en la región, en los 80
en una conversación con colegas whisky en mano, a estos les parecía muy bien
que Kochifas hubiese hecho su fortuna armando cuadrillas peleteras (masacraron
chungungos, huillines, popitos y lobos de un pelo, elefantes y leopardos
marinos) y de lo que quedaba de ciprés en las islas. Luego en otra conversación
con Baldemar Carrasco sobre el posible lavado de capitales narco en el casino,
a éste no le importaba de donde viniesen los capitales con tal que hubiese
inversión en la región. A esto podríamos agregar como algunos estaban
fascinados con Alumysa, Hidroaysen y Energía Austral no importándoles mucho las
consecuencias. Sin duda estas últimas
historias, a las que podríamos sumar varias más, como las secuelas de los
incendios de mediados del siglo pasado, como el boom pesquero y colapso de casi
todas las pesquerías, los daños que deja tras si la minería y salmonicultura,
el efímero paso de Maderas de Aysén,
todas siempre subsidiados por el Estado, reflejan la ética en
inversiones que ha tenido la región, en lo que indudablemente pagamos un alto
costo en in-sustentabilidad y sus secuelas ambientales, sociales y culturales. ¡Ya
es hora que cambiemos ésto!
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