KAWÉSQAR WAES
Peter Hartmann, Director CODEFF Aisén, Presidente Agrupación
Aisén Reserva de Vida.
En los últimos tiempos pareciera estar de moda el pueblo
Selknam; al menos han aparecido varias publicaciones sobre ellos. Los Selknam u
Onas serían los Aonikenk de Tierra del
Fuego, separados ambos pueblos por el Estrecho de Magallanes, el que por cierto
deben haber llamado de otra forma. De
este pueblo hay varios estudios y hartas buenas fotografías, lo cual facilita
las actuales publicaciones. Entre ellas, aquellas que constatan su genocidio. Y
no es el único. Mientras se publica sobre los Selknam, poco hay sobre la actual
lucha de los Yagan y Kawésqar ante la invasión salmonera de su mar interior,
territorio que además está declarado área protegida. Una silenciada sucesión
genocida de los anteriores abusos a estos pueblos navegantes. Una sucesión de abusos a áreas protegidas por
una nación ecocida, como lo advierte el
Tribunal Internacional para Derechos de la Naturaleza. Y casi para nuestra
sorpresa es a un grupo de kawésqar y
natalinos a quienes vemos manifestándose, en un registro del 29 de febrero,
ante la expedición “Pristine Seas” de National Geographic, con el mensaje”
fuera salmonera$”. (Lo cual por cierto no trasciende a los medios de comunicaciones).
Poco sabemos de los pueblos canoeros del litoral patagónico.
Algo ayuda la lectura de la increíble expedición del P. J. García en canoa y
con ellos, desde Chiloé al canal Messier, en 1766-67, cruzando por la laguna
San Rafael, toda una proeza, y luego de las aventuras de John Byron, rescatado
por los indígenas tras el naufragio de la fragata Wager. También el estudio de
J. Emperaire “Nomades del Mar” resultado
de vivir en Pto. Eden varios meses en los años 40 y las fotos de Custeau cuando
paso por ahí. Y luego, el emocionante registro de A. Laming, esposa de Emperaire, en una visita posterior. Entremedio, también la historia del baleo de la gente de
la “compañía” ganadera en Bajo Pisagua –Tortel, a un grupo de indígenas que creyeron venían a
atacarlos, cuando según los pobladores, los habían invitado a comer. Y la
historia de unos kayaquistas alemanes que pasan por el mismo lugar en los años
veinte, encontrándose con éste abandonado y un muerto, que piensan fue obra de
los “indios”. Unos días después, acampando en una isla más al sur, en una
tranquila noche de luna llena, escuchan pasar los golpes de remo de una canoa e
intentan seguirla, naufragando en un bajo. Los nativos conocían bien sus
canales y se deshicieron fácilmente de ellos. Y además, están entre otros, las prejuiciosas
aseveraciones del antropólogo A. Oyarzún, el libro de José Tonko – “Chójar” y las hermosas fotos de Paz Errázuriz.
Finalmente, nos topamos con la historia de Lautaro Edén, el Jemmy Botton kawésqar,
un joven que personal de la FACH, que tenía una radioestación en Pto. Edén,
lleva a “educarse o civilizarse” a Santiago y que al volver a cargo de la base,
se desaparece con su grupo familiar de vuelta a los canales, donde finalmente
naufragan.
La cuestión es que a esas alturas, si bien habíamos navegado
por los canales patagónicos, incluso en kayac por el “paso de los chonques” frente
al Baker, con lo que la admiración por los canoeros seguía creciendo, no
habíamos logrado conocer algún descendiente kawesqar, ya convertidos en mito.
Sí nos interpelaron años atrás unas huilliches en Pto. Aisén, que decían ser
descendientes chono, a quienes estábamos dando por extintos.
Con el cambio de status de la Reserva Nacional Alacalufes a
Parque Nacional Kawéskar y la subsecuente arremetida de los salmoneros y “su”
Comité de Ministros por un mar en el cual se estaban expandiendo, por
casualidad contactamos con Leticia Caro – “Jewolpaks”, dirigente kawéskar, a quienes estaban tratando de convencer con el “área
marina costera protegida de múltiples usos”, en lo que el ministro de 1/2
Ambiente evidentemente enfatizaba en lo “protegido” y nosotros les advertíamos
que los “múltiples usos” eran las salmoneras, igual como ocurre en la AMCP de
MU de Pitipalena –Añihué. Finalmente la Contraloría propuso salomónicamente que
ese mar dentro del Parque Nacional quedara como Reserva Nacional y que si
querían poner ahí salmoneras se debía cumplir con las normativas ya
dictaminadas por la propia entidad (que por lo demás, no son cumplidas). En esos
meses los Kawésqar además, con la valiosa ayuda de FIMA, llegaron hasta la
Corte Suprema logrando se respetasen los derechos indígenas sobre su “waes” (mar). Mientras, los salmoneros, cual
modernos “ayayema” se han dedicado a corromper a algunos otros kawésqar para
que estos les autoricen, dividiendo para reinar.
Con ocasión del 5ºTribunal Internacional de Derechos de la
Naturaleza, en diciembre pasado, al fin logramos conocer a Leticia Caro; un
encuentro emocionante. Y más aún, porque estaba ahí también Victoria Belemmi la abogado de FIMA que había llevado el caso hasta la Suprema y
Juan Carlos Cárdenas de Ecoceanos, que había colaborado en salvar los derechos
de los Kawésqar y su waes.
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