TURBERAS,
“POMPONALES”, “TEMBLADERAS”
Peter Hartmann, Director CODEFF Aisén,
Presidente Agrupación Aisén Reserva de Vida.
Desde el 2016 el musgo Sphagnum o “pompon” se
hizo famoso en Aisén cuando aparecieron las denuncias de su extractivismo de a
rumas de sacos en Lago Vargas y luego en la zona de Puerto Aisén, cercanías de
la laguna Pedro Aguirre Cerda y zona de Las Juntas. En Lago Vargas es una
empresa de Magallanes la compradora que aprovecha el trasbordador subvencionado
a Tortel y las demás deben haber sido las empresas que ya venían arrasando las
turberas de Chiloé y Llanquihue. Si, turberas, porque ese musgo es la parte
superior o viva de una turbera, la que sin el no existiría. Desde entonces se
ha escrito bastante sobre el tema. En esos años e incluso antes, la socióloga
Carolina Rodríguez hacia su tesis de doctorado ambiental en la Universidad
Humboldt de Berlín en esto y la Bióloga Kyla Zaret hacia su tesis de doctorado
en cipreses de las Guaytecas, uno de los habitantes de las turberas, pomponales
o tembladeras como se conocen acá. Con ellas aprendimos harto y publicamos
también varios artículos sobre este importante tema. De paso, con la evaluación
ambiental de HidroAysén y la Central Río Cuervo, y el Cambio Climático,
aprendimos sobre la gran importancia del ecosistema de turberas en la retención de gases efecto invernadero.
En el último “Congreso Futuro”, un expositor extranjero nos recordó además la
importancia de musgos y líquenes al ser quienes inician la sucesión ecológica
en que se sustenta toda la vida terrestre en nuestro planeta. O sea, esos “musguitos”
son nada de insignificantes y 70% de las turberas de Chile se encuentran en la
Patagonia.
Entonces, recapitulando, el ecosistema de
turberas del que forma parte el musgo Sphagnum, tiene una gran importancia
biológica, cultural (como archivo de paleoclimas y condiciones de vida del
pasado),de regulación hídrica, de reservorio de carbono, y se forma muy
lentamente. Una hebra de Sphagnum crece alrededor de un milímetro al año y una
turbera toma diez a quince mil años en formarse. O sea, no se puede considerar como
recurso renovable al igual que Alerces, Araucarias y el Ciprés de la Güaytecas,
para hacer un parangón. Y por algo esos árboles están protegidos. Y por eso y por las consecuencias de la
explotación del Sphagnum en Chiloé, donde hubo poblados que se quedaron sin
agua, es que causó controversia. Según el Ministerio de Agricultura había un
vacío legal que no permitía regular su explotación y tras al menos un año de
estudios se promulgó en agosto 2018 el Decreto 25 que exige un plan de
extracción. Sin embargo las empresas exportadoras del musgo, que se ganan quince
millones de dólares al año, lograron que el actual gobierno aplazara por un año
la entrada en vigencia del decreto. Finalmente, fue publicado en agosto 2019,
tras haber sido silenciosamente modificado (poniendo en riesgo la reproducción
y regeneración del musgo y la hidrología) y el ministerio decidió que en
febrero 2020 iba a comenzar a fiscalizar la extracción. Aunque lo que esta
haciendo, al fin, es capacitar a los extractores. En el intertanto ese ministerio le daba tiempo
a los extractores, nos alertaron de que sí existe normativa legal para regular
la extracción de turberas, eso en el artículo 10 de la Ley 19300 del Medio
Ambiente. Ese artículo en su letra a) exige evaluación ambiental a proyectos y
actividades que afecten y drenen reservorios de agua y en su letra i) exige
evaluación a la extracción de turberas como recurso minero (que lo es al ser no
renovable). Entonces teníamos que en el reduccionismo economicista que
caracteriza nuestra civilización, las turberas son vistas como recurso minero y
como recurso agropecuario y no como ecosistema, ni por sus “servicios
ambientales”. Y por cierto, no hubo voluntad en exigir la evaluación ambiental como
debió haberse hecho por parte de la institucionalidad.
Para nuestro asombro, cuando ya el decreto
al fin esta operando, cuando Carolina Rodríguez se fue a Alemania porque en los
cuatro años que estuvo acá no tuvo quien la contratase aprovechando sus
conocimientos y Kyla se doctoró en USA, hace algo mas de un mes nos entrevistó
Ariel Valdés, Biólogo Ambiental doctorado en Ciencias Ambientales, que trabaja
en una consultoría del Wildlife Conservation Society para el Ministerio del
Medio Ambiente, investigando para la conservación de turberas. ¡Un tanto lenta
la reacción del ministerio y que esperamos aun sirva de algo! En continuidad de
ese trabajo, la semana pasada participamos en un taller vía “Zoom” con 43 personas
(y la notable ausencia de los anónimos exportadores) para una “Hoja de Ruta
para la Conservación y Gestión Sustentable de las Turberas”. En dicho taller quedo
claro que existe un gran desconocimiento sobre este ecosistema y sin embargo lo
intervenimos muy arrogantes e irresponsables, al igual como ocurrió con los
incendios de los bosques y posterior ganadería, el boom pesquero y la
salmonicultura. Así mismo quedo claro que es necesario enfrentar el tema como
ecosistema en vez de por partes y que se debe considerar también la regulación
hídrica y la tubera como paisaje. Así es como se concluyó de que el Decreto 25
es insuficiente y nos enteramos que se encuentra en trámite un proyecto de
protección de turberas, impulsado por el Senador De Urresti y que pretende
restringir su extracción. Además esta por verse que hará el Ministerio del
Medio Ambiente con la valiosa información producto de esta consultoría.
Publicar un Comentario