LAS
EXPLORACIONES DE MORALEDA EN CHILOÉ Y AISÉN
Peter Hartmann, Director CODEFF Aisén,
Presidente Agrupación Aisén Reserva de Vida.
En los últimos tiempos nos hemos encontrado
leyendo los “Diarios de Navegación a Chiloé, archipiélago de los Chonos y costa
occidental de la Patagonia” (1786 – 1796), Ofqui Editores, 2014, del piloto
José de Moraleda y Montero. Sí, el mismo marino español por el cual fue
nombrado el famoso canal y más de una calle, entrando a ser parte de la
historia de las exploraciones del territorio que hoy habitamos, en una época
cuando este apenas se conocía.
Estos diarios de navegación, en gran parte
están escritos en jerga de marino y medidas españolas de la época, poco
entendibles hoy, también hay mucho detalle de la propia navegación, estado de
las débiles embarcaciones y del clima y mareas que tienen un rol primordial
cuando se navega a remo y vela.
Moraleda es encomendado por el Virrey en
Perú a levantar Chiloé, lo que hace en los veranos de 1786 - 1788 a bordo de un
falucho desde San Carlos de Ancud. Mientras leíamos esa parte, pensando que no
tendría mayor interés para Aisén, nos encontramos con los toponimios chilotes
de Caucahué y Calén que serían el origen de aquellos otros lugares bautizados
por la expedición del P. José García de 1766-67, como “Río de los Caucahues Bravos”,
actual Baker (o sea en honor a los indígenas con quienes navegaba dicho jesuita,
y Calén, el nombre que le dieron al fiordo que posteriormente pasaría a ser denominado
Baker. Así también se dilucida en algo el toponimio Chelen-co, voz de idioma
mapuche - huilliche. Asimismo, de ese relato nos llama la atención que los
españoles ocupan solo la parte norte del archipiélago de Chiloé y sur de
Llanquihue donde habrían dos o tres pueblos nativos y hacia el sur gobiernan
los indios Payos al mando de su gobernadorcillo. De ahí, mas al sur, habitan
los guaiguenes o chonos a quienes así como a un grupo Kawésqar se había
intentado asentar en la Isla de Cailín en la Boca del Guafo, al sur de donde hoy
se encuentra Quellón, que en esos tiempos ni siquiera existía de nombre. En
casi todos los lugares principales de todo el territorio indígena sometido a
los españoles había capillas, en esa época a cargo de misioneros de la orden
franciscana. Los jesuitas habían sido expulsados en 1768, aunque el misionero Francisco
Menéndez, de esa orden, continúa varios veranos intentando un cruce hacia
Nahuelhuapi por el lago Esmeralda y otros pasos. No es el único en eso, ya que
hay varios otros aventureros buscando la “ciudad de los cesares” empresa
mitológica que Moraleda observa con sarcasmo.
En enero de 1793 Moraleda y el capitán José
Torres embarcados en dos piraguas bastante rústicas, la “Carmen” y la “Rosario”
(de ahí el nombre de varias islas) parten comisionados por el Virrey a levantar
las islas Guaitecas, el Archipiélago de los Chonos, las bocas del Aysén y del
Tictoc y el estero de Comau o Leteu. Durante este primer viaje hacia el estero
del Aysén y que duraría mas de dos meses, prácticamente no hubo día sin lluvia
y temporales, lo que dificultó muchísimo el trabajo e influyó en que su
resultado no fuese muy impresionante. En este trayecto Moraleda lleva de
prácticos a los “indios” Antonio Alloupa Huenupal, Manuel Tuba y Pedro Yaña,
cuyo padre tenía ganado en la isla Setucapel cercana a la entrada del estero,
pero lo desconoce. Moraleda estima que en el archipiélago deben haber al menos
mil islas y suele anotar detalles y topografía de los lugares recorridos,
mareas, vegetación y fauna, en especial aquella marina. No encuentra puertos y
en general le cuesta encontrar lugares seguros para guarecerse en este
“intrincado laberinto” y su impresión es bastante negativa del agreste paraje
recorrido. Tampoco da importancia al Río Aysén que sería innavegable. Asimismo suele
respetar los nombres existentes, muchos de los cuales posteriormente fueron
cambiados, por lo que cuesta seguir su derrotero. También asume que no es el
primer español en entrar al estuario de Aysén, ya que en 1763 lo habían hecho
los padres José García y Juan Vicuña y varios indígenas, entre ellos Silvestre
Mariantihue (que le da detalles de ese viaje) y de lo cual no habría quedado
informe escrito, ya que esa información se consideraba secreta y estaba
prohibida su divulgación.
En el verano siguiente, Moraleda y sus
prácticos indígenas, Antonio Heñupal y Pedro Yaña cruzan desde Cailín a las
Guaitecas y de ahí al canal Refugio donde levantan el Puerto Santo Domingo (nombre
de una embarcación que terminó ahí), para luego explorar el estero de Palena, y
desembocadura del rio que encuentra no es navegable. Prosiguen hacia el norte,
explorando la bahía de Tictoc y la de Palvitad, bajo el Volcán Corcovado, para
volver a San Carlos de Ancud. Al verano siguiente Moraleda y su gente se
dirigen al Lago Esmeralda para luego proseguir a explorar el estuario de Comau
o Leteu. En ese viaje registran el Río Cochamó pero no ven el Puelo. A la
vuelta en Ancud, Moraleda construye un “bote” y al mejorar el tiempo se vuelve
al Callao, donde se dedicará a la enseñanza naval.
El trabajo de Moraleda seria la primera
exploración sistemática del litoral de Chiloé y Aisén, la que constituyó la
base de todas aquellas posteriores, contribuyendo a su conocimiento y a la
seguridad en la navegación.
Publicar un Comentario