PARQUE PUMALIN DOUGLAS TOMPKINS; EL
LIBRO
Peter Hartmann, Director CODEFF Aisén,
Presidente Agrupación Aisén Reserva de Vida.
Hace unos días recibí un hermoso regalo, el
libro “Parque Pumalín Douglas Tompkins”, una obra histórica, al igual que el
parque. Histórica, porque fue el último libro que realizaron Doug y el
fotógrafo Antonio Viscaino, de una obra histórica para la conservación de la
naturaleza en Chile. El libro esta dedicado a su memoria. No era el primer
libro de Doug, de gran formato y en los cuales hablaban más las fotografías que
los textos. El primero que le conocí fue el libro denuncia “Tragedia del Bosque
Nativo”, luego vendrían “Clearcut,” “Patagonia
Chilena sin Represas”, Energy, Fatal Harvest, Thillcraft, CAFO y varios más. Y por otro lado están, “Parque Nacional
Corcovado”, “Parque Nacional Yendegaia”, “Wildland Philantropy”, “La Carretera
Austral”, “Tompkins Consevation 25, las obras del filósofo Arne Naess y otras más. Antes ya había contribuido a los excelentes
libros de Jerry Mander, entre ello “4 Buenas Razones para Eliminar la
Televisión” (‘78) y “En Ausencia de lo
Sagrado” (‘91).
Cuando me puse a mirar el libro de Pumalín,
aparte de la emoción, casi me quedé sin aliento por la belleza de las fotografías.
Viscaino, a quien tuve la suerte de conocer acá; era un excelente fotógrafo de
naturaleza y simpática persona. En el libro dice: “Mi intención al crear
fotografías es compartir sentimientos de armonía, paz, tranquilidad,
equilibrio, y el respeto que siento al conectarme con la sabiduría de la
naturaleza.” A su vez para Tompkins su máxima era: “Me he dado cuenta de que la
belleza (estética) es, de algún modo, la suma de todo. Si pudiera sintetizar la
crisis en que estamos atrapados, diría que se resume en ausencia de belleza.”
“Si se ve mal, esta mal; si se ve bien, lo mas probable es que este bien”.
De los textos, que me los leí el fin de
semana, los que mas me llamaron la atención fueron, junto con los pensamientos
de Doug y Antonio, aquel de Kristine MacDivitt y de Tom Butler, por el
sentimiento e información de detalles desconocidos que entregan.
Y también es histórico (y emocionante) el
libro en lo personal. Eso, porque conocí ese territorio antes de Tompkins, en febrero
de 1978, cuando llegue y salí de ahí en lancha y estuve recorriendo el barrial
y palerío de lo que sería el camino en Pumalín, Fiordo Largo a Leptepu, viaje
por los fiordos, al fin pude divisar el Vn. Minchinmahuida y visitamos Reñihue
donde las “chicas” Winkler nos invitaron a tomar onces. Su padre era el
administrador del fundo de propiedad de Pedro Reichert, quien vivía en
Lichtenstein y aparecía a veces en avioneta en verano. Años después, me reencontré por ahí con
Amalia trabajando para Pumalín. También converse en Santiago con la dueña de
otro de esos fundos y el cual ni conocía y me pregunto que podría hacer con él.
Luego, a principios de los 90s conocí a Pedro Sandor que estaba en las compras
de los predios que serían el parque. Ahí también llegué a conocer a Doug, con
quien sobrevolé parte de esa futura área protegida. En eso el se fascinaba con
las vistas y me mostraba las paredes de granito, belleza y desafío para
cualquier escalador como lo era él. En esos años, principios de los 90, en Reñihue
se alojaba en las cabañas recicladas “hobbit” y se estaba restaurando –
construyendo la infraestructura. Alguna vez converse con Edward Rojas, gran
arquitecto chilote a cargo y que parece no las paso muy bien. La verdad es que
Doug (arquitecto amateur) era bastante fregado como mandante y le gustaba
meterse hasta en los últimos detalles y empezaba a cambiar cosas ya
construidas. Años después, cuando ya estaba Kris, fui nuevamente varias veces,
alojando en el internado. Hubo ahí un tiempo en paz, con seminarios con el
vecindario, curantos e ir al rodeo en Futaleufú, hasta que entre salmoneros y
forestales parapetados tras la UDI, nazionalistas y los DC conservadores antropocéntricos
les hicieron la vida imposible. Años en que lo políticamente correcto era estar
difamando a Tompkins y en que Carolina Morgado, Daniel González y Carlos Cuevas,
a cargo del proyecto, también las pasaron pésimo. La verdad es que yo también,
defender la verdad en esos tiempos tenía su costo. Y ahí se agradece a los
senadores Girardi y Navarro y al diputado Ascencio por poner algo de luz entre
tanta tiniebla tóxica. De la época tranquila recuerdo al amigo, explorador de
Chiloé Continental, Carlos Alvarado, compañero de montaña de Doug en varias
cumbres de la zona y constructor de los hermosos senderos del parque y a Moira
Holzapfel, periodista y editora del “Puma Verde”. De la segunda, recuerdo el
espionaje del “siniestro Martínez” y del Ejercito, el montaje para TVN en
Huinay acusándoles de estar echando a los pobladores, lo triste y al borde del
llanto de Kris cuando les acusaron de estar a favor del aborto (cuando ella no
pudo tener hijos) para sabotear la venta del fundo de la UCV de Huinay y la
amargura y silencio de Doug cuando le comunicaron que la UCV le entregaría
Huinay a Endesa lo que había conseguido el gobierno de Frei y sus ministros
Ortega y Velasco. De esa época también son las mas variadas acusaciones
conspiranoicas y que los gringos estaban cortando Chile en dos con la propiedad
mas extensa del país (otra mentira). Después vendría la controversia por el
camino con Horvath (mientras el MOP tenía ninguna intención en construirlo) y
la declaración de Santuario de la Naturaleza en el gobierno de Lagos, para
finalmente, a fines del gobierno de Bachelet, ser decretado el Parque Nacional,
para ser entregado al actual gobierno. Con el tiempo llegaron miles de turistas
y hasta en Chaitén aprendieron a valorar el parque y aprendieron a dar valor a
lo propio como en El Amarillo, a su vez el MOP aprendió de rutas escénicas, los
políticos se cansaron de inventar calumnias y los gobernantes gustaron lucirse
con tremendo parque nacional: una joya para Chile al igual que el libro.
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