Sobre la Encíclica Laudato Si y otras Reflexiones
SOBRE LA ENCICLICA LAUDATO SI Y OTRAS REFLEXIONES
Peter Hartmann, Director CODEFF Aisén, Presidente Agrupación Aisén Reserva de Vida.
L a semana pasada se cumplieron cinco años desde la publicación de la Encíclica Laudato Si del Papa Francisco y por eso el Obispo de Aysén con la Comisión de Justicia y Paz del Vicariato organizaron un programa en radio Santa María sobre este acontecimiento. Tras una semana de análisis a esa Encíclica, terminamos el sábado en un foro de alto nivel moderado por la periodista Mitzi Urtubia y la participación del Obispo Infanti, Sara Larraín y Juan Pablo Orrego, tremendos panelistas, mas quien escribe. Aparte del análisis y nivel de las opiniones que ahí se vertieron sobre la Encíclica, ese tema y lo que ahí se escuchó, también sobre tópicos complementarios, da para variadas reflexiones.
A uno le puede caer mal o tener reparos contra la Iglesia Católica y al Papa, pero es innegable que la Encíclica Laudato Si es un gran esfuerzo, un gran avance y acercamiento hacia posiciones, visiones, argumentos y cosmovisiones de los pueblos originarios y del mundo ecologista y en defensa de la vida sobre el planeta. Y el Papa es un líder religioso del mundo actual y no esta solo en eso. Y visto en perspectiva, a lo mejor este valiente giro del Papa es tardío ¡pero al fin es! Y por algo es que el sistema establecido, el mundo conservador, también aquel de la propia iglesia, quienes por lo demás detentan el poder y son los afectados por el cambio de paradigmas que propone esta encíclica, se hicieron olímpicamente los desentendidos y ningunearon su mensaje y llamado de atención. A esto se sumó evidentemente la profunda crisis por la que pasa la propia iglesia católica (así como casi todas las instituciones establecidas del mundo actual) y que también afecta a lo que diga el Papa. Y si consideramos que ese llamado es de hace cinco años, un poco antes o junto con otros llamados mundiales sobre la mega crisis que enfrenta el mundo, no deja de ser premonitorio y de gran actualidad con la actual pandemia, como guinda de esta torta.
Otras reflexiones que pensamos vale la pena hacer, son: el que acumular bienes materiales, adorar el dios dinero, no implica mejor calidad de vida y menos aún la felicidad. Tampoco pretender obtener felicidad y calidad de vida mediante falsos satisfactores. Y a final de cuentas, es la felicidad lo que vale como destino humano. Todo indica que nuestra sociedad debe evolucionar desde la competencia hacia la cooperación. Los humanos somos parte de la creación y creativos al servicio de la naturaleza; somos naturaleza. Es necesario ver la creación como bien común a cuidar en vez de propiedad privada a explotar y debemos revisar nuestra relación y entrar en equilibrio con la naturaleza. El modelo de desarrollo debe dejar de estar en guerra contra y explotando la Madre Tierra , naturaleza y humanos, tenemos que modificar nuestros patrones de producción y consumo, convertir la economía en una búsqueda del bienestar y felicidad de las personas, para ello es necesario revisar el modelo cultural en el cual se basan y aprender de las comunidades en equilibrio. ¡Cuidado con la corrupción cultural del relativismo! La toma de decisiones debe ser transparente, informada y participativa. Todo esto por supuesto es tema prioritario para la nueva constitución chilena. Y finalmente, no podemos seguir actuando sin sentido ético. Los valores éticos determinan nuestro actuar.
Otro tema que nos parece importante a considerar, es el pensamiento de muchos de que la humanidad es una plaga destructiva y no tenemos remedio. Si bien no deja de ser en alguna medida cierta esa aseveración, no podemos generalizar ni quedarnos solo en ella. Por un lado, es cómodo tirar la esponja, total ya no hay caso, y por otro lado vale dejar en claro que los humanos así como nos podemos comportar como energúmenos destructivos, también tenemos todo para ser seres creativos, cooperativos, en equilibrio con la naturaleza y sociedad y restauradores o mejoradores ecosistémicos. En esto nos viene a la memoria cuando hace décadas el Dr. en Recursos Naturales Carlos Viviani (q.e.p.d.) contaba como los indígenas canoeros patagónicos contribuían a constituir sustrato – suelo en el litoral rocoso y con ello permitir mayor biodiversidad, incluso plantaciones de papas, al aterrazar sus detritus (desechos) en los campamentos que establecían. Y no es el único ejemplo; hay varios de personas y organizaciones restaurando territorios que a simple vista se daban por perdidos y desertificados, como aquel del campo de Joao Salgado y su esposa en el noroeste brasilero. Ya plantar un árbol es un acto mas restaurador que una actitud cómplice pasiva y derrotista. Como enseñaba Martin Luther King: “Aunque sepa que el mundo se acaba mañana no dejare hoy de plantar manzanos”.