Opinión

En Bici por la Vida y las Ciudades

Peter Hartmann, Director CODEFF Aisén, Presidente Agrupación Aisén Reserva de Vida.

En nuestro programa de radio “La Otra Cara de la Moneda” (Radio Santa María, jueves 15.30 a 16 hrs.) de la semana pasada, conversamos con Florencia Benítez de Cicleayque sobre el uso de la bicicleta en la ciudad y nos lanzaron el desafío a escribir una columna para el sitio web de esa organización.

Mientras Florencia con mucho entusiasmo contaba de sus actividades y de esas columnas (que están buenísimas) y sobre lo poco amigable al uso de las bicis que son las ciudades aiseninas plagadas de autos que paran y estacionan en cualquier parte, me sonreía y recordaba nuestras propias andanzas ciclísticas. En eso, apareció en mi mente la imagen de la primera cicletada – manifestación contra el smog en el centro de Santiago, la que realizamos estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile en junio de 1979.¡Todo un hito memorable! Y eso quedo estampado en la Revista del Domingo (que también estaba en campaña) del 17.6.1979, que tenemos guardadita y en que aparecemos con un cartel que dice “¡Queremos acción! ¡Y menos bla bla!”. De alguna forma esos fueron nuestros inicios en estas lides y el surgir de los planes de descontaminación. Y claro, nunca nos imaginamos que nos encontraríamos, décadas después, otra vez sumidos en el humo y repitiendo el lema ahora en Coyhaique. ¡Y promoviendo el uso de las bicis! Alternativa a la saturación de las calles con automóviles y su contaminación y para mantener el estado físico y la salud. ¡Y también para evitar los gases efecto invernadero! Claro que andar en bici acá en días de humo o hielo, es complejo.

La verdad es que tuve una infancia y juventud subido en las “chanchas” unas pesadas bicis a prueba de todo, heredadas de nuestros padres, que también se habían desplazado en ellas por años. Incluso para sacar a pasear a sus hijos.  En los tiempos de estudiante en Santiago, recuerdo alguna bici prestada en la que iba a ver a la polola. Esa misma bici fue la protagonista también en la manifestación aquella. En 1979, además, estuve unos meses en Alemania y allá mirábamos con envidia como los parientes se desplazaban por la ciudad en bici por ciclovías integradas a los parques. Y eso sin mayor parafernalia, ni pavimento especial. En 1983, recorriendo Europa, nos encontramos con las ciudades holandesas, donde las que mandan en las calles son las bicis y hasta hay espacio en trenes y metro para su traslado a mayor distancia. Sistema integrado de transporte se llama eso. En Dinamarca es igual. Y en el resto de Europa las bicis también son muy apreciadas y cuentan con muchas facilidades urbanísticas y ciclovías que van a través de todos los países. De hecho, la colega Bernardita Rosas (hermana de Magdalena) ha recorrido ya más de una vez ese continente y otras partes del mundo por esas ciclovías. Algo que acá no podría hacer. Desde entonces, en Chile de a poco los ciclistas han ido aumentando y la demanda por respeto, espacio y ciclovías es cada vez mayor. También han surgido organizaciones, algunas famosas y bien movidas. Aunque aún hay harto por donde mejorar. Es cosa de ver las nuevas y sobredimensionadas e inhumanas autopistas urbanas tipo Panamericana que construye el MOP en la región, para las cuales los ciclistas y peatones no existen. ¡Y el urbanismo y cambio climático brilla por su ausencia!

Ya en Coyhaique, en los 80s, me hice de una bici de paseo azul y cromo con que iba a la oficina para mirada un tanto despectiva del jefe y curiosa de otros. También sacaba a pasear a los hijos, que lo disfrutaban, hoy ambos también cicleteros consumados. En esos tiempos aun no existían las montañesas, ni los cambios en las cletas. Junto con irnos a vivir a los faldeos del Divisadero me hice de una bici montañesa gringa que era del amigo John Hauf, pero nunca logramos llegar a usarla a plenitud. Las subidas paradas en ripio y el uso de la camioneta trasladando carga y familia hicieron lo suyo, para pelambre de quienes lo encontraban incoherente de parte del ecologista. Alla arriba, veíamos con incredulidad como las visitas ciclistas gringas llegaban sin ni traspirar. Entre éstos, hubo una expedición cicletera británica que transmitían sus hazañas en el fin del mundo por su web y los amigos alemanes Katrin y Thomas que tras recorrer la “Carretera Austral” publicaron un libro con su experiencia y datos para los próximos. De ahí que siguen llegando hartos ciclistas extranjeros, ahora bien informados, en un recorrido que se ha vuelto harto mas peligroso. Llevo años viendo la posibilidad de usar bici con motor eléctrico para esas paradas subidas que a mi edad se vuelven cada vez más indomables. Pero la información es escasa y no hay en el mercado local; la única info es la que entrega la web de los vendedores y no es llegar y comprar por internet así no más. Es extraña la falta de interés y apoyo a este medio de locomoción en nuestro país, que podría ser solución a muchos problemas. Definitivamente, las autoridades son automovilistas. En otros países las incentivan. De hecho, en Coyhaique, andar en bici por algunas calles empinadas juega en contra, por lo que el motor eléctrico tal vez sea solución. En estos días, Florencia y Nicolas de Cicleayque me prestaran una de sus bicis con motor eléctrico para probarla; la verdad es que estoy un tanto nervioso y expectante ya que llevo años sin subirme a uno de estos caballos de metal. En una de esas, me verán próximamente montado nuevamente en alguna Rocinante.

  • recorte de la Revista del Domingo mencionado arriba.
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