Opinión

La Realidad del Litoral de Aisén

Peter Hartmann, Director CODEFF Aisén, Presidente Agrupación Aisén Reserva de Vida.

En esto del Mes del Mar, de la nueva Ley de Pesca, de las ECMPO y la CRUBC, nos lleva a adentrarnos en la realidad del litoral aisenino mas allá de lo habitual, o sea, su parte ambiental y respecto a las andanzas de los salmoneros. La verdad, y ya lo hemos escrito antes, el litoral de Aisén es otro mundo, muy poco conocido y menos aún comprendido. Un mundo un tanto invisibilizado donde ocurre el “far west” marino de Aisén, donde buena parte de sus habitantes sobreviven en crisis económica, donde ocurren hechos ilegales o “legalizados” a punta de artimañas, donde campea la corrupción, y que por lo visto en este último tiempo, la idea es que siga así. En más de algún sentido, una zona de sacrificio.

Llama la atención el cómo se trata discriminatoriamente en la CRUBC a quienes para asistir a reunión tienen que viajar por días enteros desde ese litoral y alojar en Coyhaique, eso sin viáticos como otros, y perdiendo días de trabajo, más el desconocimiento de parlamentarios y otras autoridades sobre la realidad litoraleña y como ese desconocimiento público se aprovecha para mitos, desinformación y mentiras. Es notable también el ninguneo a su pueblo originario y el cómo se pone en duda sus derechos consuetudinarios.

Y claro, llama además la atención el doble estándar en el trato y abierta discriminación, para no decir ganas de eliminarles, de industria vs la pesca y otras actividades artesanales o PYMES (y pueblos originarios). Eso lo venimos observando desde la Zonificación del Borde Costero, las declaraciones de políticos que abiertamente se abanderizan por la industria (y sus contribuciones y numerosos empleados) vs. gente que cuando eran hartos constituyeron dolor de cabeza (toma del puente), y de los que pocos votaban. Gente que se declara libre y lo saca en cara, lo cual no deja de molestar a los integrantes “esclavos” del sistema. Sistema, donde prefieren arreglárselas con sus congéneres de estudios universitarios, empleados, idioma y cultura citadina parecida, que pagan impuestos, contribuyen a candidatos y disfrutan o se aburren de forma parecida de la vida. Y claro, no es el único ámbito en que la industria con la venia y subsidio estatal, desplaza al artesanado y PYMES. Y evidentemente hay otros ámbitos, como la llegada y avisaje en medios de comunicación y el evadir obligaciones legales, donde la industria tiene ventajas. Es sabido además, como se fiscaliza a los chicos, mientras a los grandes, si es que, hay que tomarlos con pinzas y durante décadas prácticamente tuvieron chipe libre.

En esto del doble estándar, nos llamó la atención la reciente noticia de que habrá una lancha abastecedora de gas licuado a las salmoneras, industria que es sabido no paga impuesto a combustibles. Mientras, los pescadores u operadores turísticos que usan motor fuera de borda a gasolina deben pagar precios exorbitantes por ella, a causa de que desde hace unos años se le ha puesto múltiples trabas a su transporte y comercialización. ¡Y de lancha expendedora de bencina, cuando podría ser un buen negocio, ni rastro! Es más, corren rumores de como la flota prestadora de servicios a las salmoneras trafica con petróleo (de ese sin impuesto) y cuando les sobra de su cuota lo botan al mar. Y mientras en las ciudades donde está la industria, existen todos los servicios públicos y privados, en los poblados isleños desde hace un siglo esperan soluciones de servicios básicos. Y claro que, apareciendo la industria habrá problemas sociales “nuevos”. Es conocido el desastre social que hay desde su aparición en Puerto Aisén.

Si todo esto ya era grave, con la famosa Ley Longueira se acrecentó. Esto de traspasar cuota artesanal a la industria evidentemente convierte al pescador en un empleado mas. Y si ya antes hubo corrupción en dirigentes, éstos ahora más encima están convertidos en traficantes o corredores de cuotas. Y si antes ya era precaria y difícil de comprender la situación de los pescadores, muchas veces divididos por la política, ahora convertidos a prestadores de servicios salmoneros, cuesta entender quién es quien. De hecho, vimos en la CRUBC varios de estos prestadores haciéndose pasar por pescadores, denigrando a sus ex colegas, y supimos de otros dirigentes sin permiso de pesca vigente, firmando declaraciones contra las ECMPO para darle el gusto a su alcalde.

Finalmente, otra vez, hemos visto en estos días un sinnúmero de denuncias de trasgresiones de basurales salmoneros en áreas protegidas y del desastre submarino que deja esa industria. También, denuncias de pesca ilegal por prestadores de servicio y acciones pagadas por la industria y por parte de políticos para dividir a la comunidad en Islas Huichas. Y esto del pago del 50% de la patente de concesiones salmoneras al municipio de donde se encuentran, no deja de ser incentivo para ese municipio y su alcalde para defender esos ingresos, que suelen ser escuálidos. Sería bueno saber si realmente las pagan, porque nos consta que la industria es un contribuyente resbaloso y a la hora de los “quiubos” amenazan con dejar sin empleo a la mano de obra local.

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