OLIMPIADAS DE RÍO 2016
Peter Hartmann
Esta vez ganaron las olimpiadas en la disyuntiva sobre que escribir esta semana. El cierre de Río 2016 nos dejo emocionados y con algo de tristeza. Eso porque terminan estos días maravillosos de máxima expresión, fraternidad y fiesta deportiva. Ese es al menos el espíritu olímpico, que si bien hay quienes insisten en darle su toque nacionalista o convertirlo en un mega-negocio, sigue manteniendo mucho de su alma inicial y de rescate de lo mejor del humano. Tal vez para entender esas cosas hay que ser deportista y tener espíritu deportivo. Por cierto, esta es una columna mas personal y diferente a las acostumbradas.
Mi madre era gimnasta, esquiadora, profesora de educación física y de natación y más de algo heredamos. Por cierto este escrito es también un homenaje a ella que hoy en día ya no puede “ser ella misma” y esta retirada de las canchas, gimnasios y piscinas, aunque me dicen igual disfruta viendo la olimpiadas por la TV.  Por otro lado, aparte de lo enseñado por mi madre, la educación de los colegios en que estuve por años contribuyeron harto poco a la formación deportiva y gimnástica y cuando en 3º de EM llegue al Colegio Alemán y al mítico Club Manquehue, cuna de muchos gimnastas y deportistas nacionales, como Marlene Ahrens, algún profe me dijo que tenia condiciones, pero ya era tarde para desarrollarlas. Por lo demás, ahí conocí lo que son los aparatos para la gimnasia, que no volví a ver, salvo en la tele. Y fue en un intercambio en una escuela de pueblo en EEUU de NA, donde aprendí lo que es la educación física y deportes en serio. No es casualidad que los “gringos” se lleven tal cantidad de medallas en la olimpiadas.
 Y ahora que es TVN la que nos transmite el espíritu olímpico con un excelente rating (¡o sea sí se puede hacer TV de calidad!), recuerdo que en los años en que en donde vivía cuando niño y aun no había tele, fue un magnifico documental sobre la olimpiada de Roma o Tokio (creo) el que me inyecto el espíritu olímpico. Claro, eran los tiempos del gran etiope Abebe Bikila  que ganó con récord mundial la maratón, descalzo ¡Esa si que es gracia! Ese fue también el comienzo de la era de la increíble estirpe de corredores keniatas y luego de los jamaicanos. O sea, las imágenes valen igual que los buenos profesores, la infraestructura y la herencia. De hecho, suelo no ver TV, siendo las olimpiadas y los mundiales las excepciones, y las disfruto. Luego, en la universidad deambulé por el basketball y la natación (en la vetusta piscina de Recoleta), pero ya era tarde y no me entusiasmó, yéndome al montañismo, en el que además del deporte confluye la vida al aire libre a plena natura. Y ahí si que me sentí en plenitud y en algún momento fui parte de la elite. Una elite en la que el apoyo era algo de la “U” y lo demás de había que conseguirlo. Por lo visto, eso sigue parecido. En algún momento también fui dirigente deportivo, pero la burocracia terminó por cansarme.
El deporte no solo es desarrollar el estado físico y ayudar a mantenerse sano, lo cual debiera ser una prioridad para cualquier Estado, sino también es autodisciplina, templar el espíritu, la perseverancia, ganarse a si mismo y aprender a conocerse y a perder. Virtudes que nunca están demás. También para una Nación. Además es estética, esa de mostrar la belleza del movimiento atlético y que es un aspecto no menor. De hecho para los griegos eso debe haber sido lo más importante.
En un viaje a Europa de hace décadas, tuve ocasión de visitar la magnifica piscina y gimnasio donde entrenan los nadadores y esgrimistas olímpicos alemanes y me quedó claro que con esa infraestructura “de punta” era harto difícil competir desde los países “subdesarrollados”. Este argumento, la millonaria ayuda estatal y los millones de habitantes donde escoger, son parte de las disculpas que se esgrimen para no obtener medallas, como si eso fuera lo mas importante. Sin embargo, la islita de Jamaica no cuenta con esos requisitos, ni Kenia, ni menos aun Etiopia o las Islas Fiji. O Colombia, para una comparación mas cercana. Y en cuanto a la inversión la que suele regatearse: ¿Que pasaría si la tremenda cantidad de fondos que se roban y malgastan en nuestro país se usasen mejor en deporte? ¿Y si los jóvenes hicieran deporte en vez de dedicarse al “frasquetbol” y las pandillas, no le saldría mas barato al país?
Ahora, de que las olimpiadas sean circo y un gran espectáculo, lo son. Y harto mejor y mas positivo que otros. Y que en el deporte de elite hay un tremendo negocio, lo hay. Y también preferible a otros harto mas destructivos y degradantes. Las olimpiadas requieren de una gran inversión y provocan gran impacto en la ciudad donde se instalan. De hecho, hace poco, la gente de Hamburgo y Estocolmo votaron en contra de ser sede olímpica por el gasto que les significaba. En cambio, en Barcelona sirvió para reformar el plan urbanístico, lo cual le hizo muy bien a esa ciudad. O sea, puede ser para bien o para mal, todo depende de como se use esa inversión.
Por último, viendo las hermosas imágenes de Río, evidentemente hechas para incentivar el turismo de un lugar de por si privilegiado, mas los mensajes iniciales y de cierre de las olimpiadas, asombra ver tanto verdor y llamado a cuidar la naturaleza y los árboles y el bosque. Digna herencia carioca de la época del emperador Pedro II, el que hizo reforestar la zona y por eso hoy hay tanta “foresta”, donde los monos se asoman a las ventanas, según consta a mi hijo Tomás que vivió dos años en la famosa ciudad del samba.
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