Opinión

Constitución y Cultura

 

CONSTITUCIÓN  Y CULTURA

Peter Hartmann, Director CODEFF Aisén, Presidente Agrupación Aisén Reserva de Vida.

Cuando nos preguntábamos sobre que escribir para esta columna, porque esta claro que no es llegar y escribir así no más; esto es una responsabilidad, y mientras éramos zamarreados por la feroz avalancha mediatico noticiosa de la primera y segunda ola, el conflicto mapuche, los líos yanquis, las candidaturas constituyentes, la insistencia del gobierno en entregarnos al TPP11, la indignación ante la asignación del Instituto de Tecnologías Limpias a un consorcio gringo, la megacrisis y demáses, nos encontramos entremedio  con una iluminadora charla de Gastón Soublette, que produjo el aterrizaje.

Entonces, tenemos que hay un denominador mínimo común que es la megacrisis. Si bien la humanidad se lo ha pasado en crisis, ahora la cuestión está bastante más grave y definitiva.  Y también se podría decir que hay un mínimo común en lo de sus causas civilizatorias y sociales y que llevan a consecuencias más o menos similares y por ende a esta megacris. Soublette nombraba la cultura de la corrupción e irresponsabilidad, la inequidad y concentración del poder y riqueza vs la solidaridad, el paradigma y visión materialista y tecno, la cosmovisión utilitarista, egoísta, satánica, de lo intrínsicamente perverso, del rendimiento, un sistema que nos esta anulando, de un modelo que tiende en acabar con toda forma de vida; la ausencia de amor. En fin, “la bestia” bíblica. Las manifestaciones de este sistema llevan a la desigualdad, al abuso y discriminación, la corrupción, la falta de derechos, a la monocultura, la enajenación y alienación, la esclavitud, el olvido de la Madre Tierra y de las leyes ecológicas y de la naturaleza.

Todo esto conlleva a que cada cierto tiempo se produzca por acumulación de inconsciente colectivo una sublevación o revolución, como las posteriores a la 1ª Guerra Mundial, aquellas del mayo del 68 y la pacifista hippie, el irrumpir de los verdes europeos, el resucitar del mundo de los pueblos originarios y tantas mas. ¡Y cuidado, que estas revoluciones también terminan fácilmente en manifestaciones destructivas y totalitarismos de cualquier color (Soublette explico la nazi y la actualidad china comunista)!

En nuestro caso nacional, esas causas llevan a que el inconsciente colectivo produjese un estallido del 18 de octubre, el cual el sistema trata de remendar con una nueva Constitución. Entonces la pregunta es ¿Vamos a cambiar, producir algo diferente y que arregle las causas que nos llevaron a esto, con quienes son los responsables de ello, con las mismas formas de pensar y hacer política? ¿Con la misma cultura? Y perdonen que seamos insistentes con esto: Del que si no nos ocupamos de modificar, cambiar, reemplazar nuestra cultura nacional, que es el espíritu intrínseco de la Nación, difícilmente vamos a poder mejorar lo demás, entre esto la Constitución. ¡Y no nos van a decir que Chile esta mentalmente sano como para enfrentar tamaño desafío (otra consecuencia)! ¡Y ahora con las cuarentenas y Covid, peor! Y por lo que vemos, aparentemente no hay mucha conciencia de esto. De hecho, este tema ha estado bastante ausente de las propuestas que hemos visto. Y cuando nos referimos a otra cultura nacional, diferente y mentalmente sana, estamos hablando de más sabiduría, mas Soublettes y Maturanas, más Gabrielas y Violetas, más pensadores y filósofos, más poetas y artistas, mas defensores de la vida, más consciente colectivo, más respeto, más humanismo, más empatía, más meditación, más amor, mas sensibilidad, más espiritualidad…Y menos farándula y politiquería, menos materialismo y consumismo, menos patriarcado, fascismo y racismo; menos bajos valores.

Y una cosa es ocuparnos de la cultura (y mentalidad) de quiénes preparen y voten esta nueva Constitución y otra es incluir este tema en ella: el derecho a una educación integral de calidad que evite la ignorancia y de alas a la sabiduría y ética de altos valores y por la vida, el cuidado de los bienes comunes y el patrimonio, una cultura de solidaridad nacional que evite la desigualdad, inequidad, injusticias y abusos. Una educación para una cultura con que superemos nuestros males endémicos y subdesarrollo insustentable y nos permita ser más íntegros y felices.  Esto es básico. Sin esto, lo demás se vuelve insostenible. Entonces, empecemos por  juntar inconciente colectivo y activarnos para provocar el cambio, esta es una mega tarea prioritaria.

 

 

 

 

 

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