Peter Hartmann, Director CODEFF Aisén, Presidente Agrupación Aisén Reserva de Vida.

Ha llegado el otoño y los arboles de hoja caduca amarillean y enrojecen, botando sus hojas para el descanso invernal. Hojas hermosas que en la naturaleza vuelven a enriquecer el suelo y protegerlo del frio. Alimento de los mismos árboles y demás vegetación, aparte de lombrices, insectos, micelios y miles de microorganismos que trabajan en ese suelo. Así los nutrientes que en primavera y verano alimentaron a esa vegetación, vuelven al suelo en el ciclo de la materia orgánica. En la naturaleza todo son ciclos y no existe la basura. Esa, es invento de humanos que no entienden lo de los ciclos, aunque últimamente han vuelto de moda la economía circular que dicen es evolución del reciclaje y el reutilizar. De vez en cuando, algunos humanos se recuerdan que somos parte de la naturaleza y nos haría bien integrarnos o al menos aprender y evolucionar hacia una civilización de la regeneración y vivir en armonía entre seres vivientes y su entorno.

Ha llegado el otoño y en mas de alguna plaza una tropa de trabajadores, a las instrucciones indirectas de algún funcionario municipal o ya casi por costumbre, despejan de hojas esa área verde como si estuviese sucia ¡muy sucia! Y eso con rastrillos y soplador a combustión que de paso, aparte de sus gases, levanta una gran polvareda.  Esto, tanto en la pradera bajo los árboles, como en el pavimento. En la recogida del lunes pasado en la plaza pentagonal de Coyhaique, se juntaron unos cinco metros cúbicos de hojas, cifra no menor si consideramos que eso ocurre día a día durante unas semanas.

Si sumamos a esa extracción de materia orgánica que va a parar al basural municipal en bolsas plásticas, la extracción de otros “residuos” como ramas de poda y pasto cortado que también van a parar al repositorio, podemos sumar otros cuantos metros cúbicos, también en bolsa plástica. De hecho, en la ultima cortada de pasto del área verde de A. Serrano con Av. Divisadero eran tres metros cúbicos. Y claro, esa cortada también fue con maquina a motor humeante. Como verán, es una suma no menor de materia orgánica que se pierde mezclándola con otros residuos (muchos de ellos reciclables) y que junto con sepultarlos y compactarlos, terminan por volverse anaeróbicos produciendo gas metano y líquidos percolados. Ambos constituyen importantes problemas ambientales. Así la contribución de gases efecto invernadero, entre motores, transporte y metano, no deja de ser importante. ¡Y eso de de áreas verdes que tienen por objetivo lo contrario!

En el terreno del basural de Coyhaique se observan además, grandes rumas de cientos de metros cúbicos de ramas de poda, que dan para algo de leña y mucha astilla (chips). Esas ramas y astillas también son útiles en el compostaje.

Sin embargo, Junto con observar lo anterior, lo más insólito que hemos visto, es como en diciembre pasado se descargaba una rampla completa cargada de sacos plásticos con compost /tierra de hojas comprado a la gran empresa Anasac y que aún están visibles en el terreno de la concesionaria de áreas verdes  (¿lo sigue siendo o ahora es municipal?), en calle Montt cerca de la plaza. Esa carga de cientos de sacos (c/u cuesta unos $ 900 en el comercio) suma una millonada y suponemos  está  destinada para abonar áreas verdes.

Como se darán cuenta, extraer materia orgánica destinada por natura y gratis a abonar el suelo y vida de áreas verdes y enviarla en bolsa plástica al basural para provocar otro problema ambiental, para después gastar plata en compost embolsado traído desde el norte para abonar esas áreas verdes, es por decir lo menos, absurdo. Y claro, todo esto con los escasos recursos municipales provenientes de los ciudadanos contribuyentes.

Ahora, algún ingeniero agrónomo, forestal o ambiental, podrá calcular mejor que nosotros, cuantos metros cúbicos de compost se podría obtener de solo los restos orgánicos de áreas verdes, como hojas y pasto, si se compostasen. En todo caso, es mas o menos un tercio de la materia inicial. O sea, con las hojas y pasto, mas tal vez el chipeo de ramas compostados, acá perfectamente se podría tener y ahorrar ese compost que se trae desde fuera. Y eso francamente no es complicado de hacer. Mas complejo es el compostaje de residuos orgánicos domiciliarios. Y así y todo hay municipalidades, como aquella de La Pintana (y de Tome, entre otras) que lo hacen con orgullo y sin mayor drama y convierten veinte toneladas al día de desechos orgánicos en compost, economizando ciento treinta millones de pesos al año al erario municipal. La verdad es que nuestros municipios regionales “reserva de vida” podrían tomarse el ejemplo de La Pintana, una comuna con harto mas habitantes que las de acá y ser mas coherentes y responsables con los recursos que administran. Y claro, cada uno de nosotros también puede reciclar y hacer su propio compost, aminorar el problema de la basura y basurales, abonar su jardín y huerto y dar el ejemplo a los municipios. ¡Es cosa de observar como lo hace la natura!

 

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