EL PLÁSTICO Y EL MAR

Peter Hartmann, Director CODEFF Aisén, Presidente Agrupación Aisén Reserva de Vida.

Conversábamos con Erwin Sandoval en nuestro programa de radio “La Otra Cara de la Moneda” de la semana pasada, sobre la contaminación con plástico de la costa de Chiloé y Aisén. Y el pasado domingo tuvimos la suerte de ver la excelente película “La Odisea” sobre la vida de Jacques Cousteau, que mucho tiene que ver con conocer y cuidar el mar.
El plástico en el mar y en sus costas se ha convertido en una peste. Una de las peores de la modernidad. El plástico, un derivado de la química del petróleo, fue un excelente invento y que nos ha prestado mucha utilidad. De hecho, nuestra vida actual sería impensable sin éste. El problema es que al promover su uso en de todo parece que nadie pensó en las consecuencias y en que este producto artificial demora décadas en degradarse y a veces esa degradación lo convierte en gránulos que a estas alturas reemplazan a la arena en más de alguna playa del hemisferio norte. Si bien existen iniciativas para reciclar y quemar plástico para producir energía, estas son absolutamente insuficientes y cuestionables. De hecho al quemar plástico se producen gases y partículas tóxicos cancerígenos. Así es como, aparte de encontrarnos con basuras plásticas en todos lados, la peste llega a tanto que existen, junto con verdaderos ríos de plástico fluyendo hacia los mares, grandes nuevas islas de estos desechos en medio del océano. Asimismo hay partes donde el fondo marino ya se está viendo cubierto de ellos. Las fotografías denunciando esta triste realidad, también se han convertido en algo demasiado habitual. Y el riesgo es que terminemos por acostumbrarnos en vez de hacer algo por revertir esta situación. Y esto es urgente.
Mientras Erwin contaba en la radio que en las costas de Chiloé se apila el plástico, muchas veces externalidad de las salmoneras, recordábamos que ya en 1994, en un recorrido por el litoral norte de la región, habíamos tenido que constatar con pena que no había playa despoblada de esa costa  en que no se encontrase algún vestigio de nuestra civilización moderna. En aquel entonces con horror vimos también la mayor acumulación de plástico jamás vista, en una bahía frente a los poblados de Islas Huichas, al otro lado del itsmo donde esta Caleta Vidal. En otro viaje posterior, por la zona del Canal Jacaf fue aun peor, constatamos restos de flotadores de poliestireno expandido por doquier y hasta una isla artificial de desechos, principalmente mallas de jaulas. Un poblador de esa zona, además nos  confidenció de la existencia de ese mismo tipo de acumulación de desechos sumergidos bajo agua. Si bien las salmoneras, que no son los únicos, aunque si los principales contaminadores, hace algunos años suscribieron un acuerdo de producción limpia y hacen algunos esfuerzos en reciclar sus desechos, francamente pensamos que la realidad del litoral no ha mejorado.

Por su parte, la película sobre Cousteau, héroe del mar de los setentas y gracias a quien hoy en día conocemos algo sobre el mundo submarino, existe alguna conciencia en cuidar los mares del planeta y la Antártida, trata precisamente de como Jacques evoluciona, gracias a la influencia de su hijo Philippe, desde la conquista y desarrollismo marino, y desde el trabajo con las petroleras y la televisión comercial, hacia la protección, activismo y cuidado de los mares. De hecho fue Jacques Cousteau quien en aquella época escribió esa tremenda verdad, de que en nuestro mundo “todo tiene precio, nada tiene valor”. De verdad esa película estrenada en cines este año es excelente y recomendable, no solo para la legión de admiradores de las aventuras del Calypso que agradecemos esa inyección de amor hacia la vida de los mares y por su calidad cinematográfica y hermosas imágenes, sino también para comprender que al igual que Jacques Cousteau, debemos aprender y evolucionar. Y más vale que eso sea pronto, tanto por ética como por sentido de sobrevivencia o tal vez inteligencia. Mal que mal, fue en el mar donde comenzó la vida sobre este planeta.
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