Opinión

Especulación Inmobiliaria, el Nuevo Ordenamiento Territorial

ESPECULACIÓN INMOBILIARIA, EL NUEVO ORDENAMIENTO TERRITORIAL

Peter Hartmann; Presidente Agrupación Aisén Reserva de Vida, Director CODEFF Aisén.
Desde hace algún tiempo nos viene llamando la atención la cantidad de loteos o parcelas en pleno campo cuya venta se viene publicitando en las redes sociales y medios de comunicación. También con sus letreritos a orilla de camino. Algunas tal vez son de campesinos que descubrieron que vender alguna parcelita les servía para tener ingresos, pero da la impresión que la mayor parte son de corredores de propiedades, muchos de fuera de la región que compran campos y luego los revenden de a pedazos agregando una suculenta utilidad. Hace algún tiempo el negocio era la compraventa de campos enteros, especialmente a orillas de lagos y lagunas, y mientras Tompkins era sindicado como el cuco, otros gringos, y un lote de santiaguinos se hicieron de innumerables predios. Ahí está también el caso  de Enrique Alcalde y los Luksic, que se han ido haciendo de buena parte de la zona sur. Hace algunos años era cosa de ir hacia algún frente de construcción caminero y encontrarse con pobladores que ya habían vendido su campo a un santiaguino y ahora le hacían de cuidador.
La nueva versión de este negocio, de frentón son parcelaciones de campos en los lugares más insólitos. Así nos hemos encontrado con aquellas de Mallín Grande, otra en Los Torreones, varias camino a Balmaceda y hasta en el sector del canal Puyuhuapi  y del Parque Nacional Cerro Castillo. ¡Dicen que solo en los alrededores de Coyhaique hay ochenta loteos!  De hecho en la noche toda la ladera del Panguilemu y hacia la Reserva Nacional Coyhaique ya parece árbol navideño. Y hacia el sur y el interior del Rio Claro también está casi todo parcelado. La más famosa, tal vez sea aquella en el borde de la Reserva Nacional Rio Simpson por sus consecuencias sobre los huemules. En Puerto Aisén la parcelación parece ser principalmente a orillas del Rio Pangal y de la carretera, en Cochrane hacia los lagos y en Chile Chico, en de los pocos terrenos agrícolas con riego y microclima de la región.
Se dice de Coyhaique, que en vista del mal aire en la ciudad, la gente trata de irse hacia las afueras. Aunque vale agregar, que los precios de terrenos en esa ciudad están a nivel de Providencia ¿Serán tan valiosos? ¿A qué se debe eso? ¿Leyes del mercado? Mientras tanto, el  Plan Regulador  ha estado mostrando que sirve harto poco, cuando el MINVU, la Municipalidad y hasta la Contraloría, se hacen cómplices en aportillarlo. ¿De que sirven las buenas intenciones urbanísticas, si después algunos actores se encargan de hacer tabla rasa de ellas para sus negocios inmobiliarios, para poner sus “viviendas sociales”,  a costa de áreas verdes, para eliminar áreas de restricción? En suma, tener una ciudad con cada vez menos calidad de vida.  Es más, hace años están en el purgatorio los planes reguladores de varias ciudades regionales, que se supone no salían por objeciones de la Contraloría y por eso en el 2014 el MINVU licitó su actualización (algo más de 70 millones para un trabajo que se suponía era levantar esas objeciones más bien burocráticas). Esa licitación la gano un ex seremi,  y nunca más se supo del resultado de ese trabajo, ni de los planes reguladores aquellos.  La cuestión es que todo indica a que la idea es que los especuladores inmobiliarios  reemplacen a los planificadores urbanísticos. ¡Y les ha ido regio!
Ahora, en cuanto a las parcelaciones rurales, estas requieren de autorización de cambio de uso del suelo por parte de la seremi de Agricultura –SAG y MINVU.  Ese permiso es para evitar la pérdida de suelo agrícola, de evitar núcleos urbanos donde no deben estar, para regular la urbanización mínima y hasta para evitar problemas con causes de agua. O sea, ordenar algo el uso territorial. De hecho, por ejemplo, en el sector de Panguilemu hay harto conflicto por el agua. Y a propósito de conflictos, hace poco hacíamos ver la necesidad de que la autoridad ejerza sus atribuciones para direccionar esos usos y poner exigencias, por ejemplo cuando se parcelan orillas de áreas silvestres protegidas donde existen huemules que se verán afectados por los nuevos vecinos y sus perros. No puede ser que CONAF tenga que hacer trabajos que debieran hacer los nuevos vecinos, para evitar que sus perritos anden mordiendo a los huemules.  Igual cosa con la cantidad de agua disponible en verano, respetar orillas de cauces y playas o la eliminación del bosque y cobertura de suelo frágil o la contaminación de cuerpos de agua. En esa ocasión, un  funcionario del SAG nos contestó que no tenían atribuciones para regular y evitar, sin embargo no hace mucho le rechazaron un cambio de uso del suelo a una empresa para instalar placas solares en un campo del sector Valle Simpson.  O sea, cuando hay voluntad, como en todo, si se puede.
Definitivamente,  el ordenamiento territorial está mereciendo mucha más atención de la que se le esta dando.

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